La lingüística en el ambiente deportivo

¿Qué es una antonomasia?

Una de las mayores transformaciones metodológicas y cambios de paradigma que ha sufrido la lingüística moderna comenzó a partir de la incorporación del factor humano en el estudio del  lenguaje, es decir, en aquel momento donde el lenguaje comenzó a ser analizado desde una  perspectiva humana que involucra el estudio de la conciencia y las actividades espirituales y/o prácticas que realizan las personas (Azamovna, 2021). La lingüística cognitiva advierte que la lengua  ordinaria de todos los días corre cargada de metáforas. No hace falta sumergirse en la literatura ni en la poesía para descubrir agudezas, audacias o piruetas metafóricas que utilizamos con naturalidad.  

El término antonomasia proviene del griego, y significa “nombrar diferente”. La antonomasia es el mecanismo por el cual un nombre apelativo suple al propio o viceversa. Podemos decir que la antonomasia es una clase de tropo, o más específicamente una sinécdoque, que designa a un  elemento con la denominación de otro. Se trata de un recurso retórico multifacético frecuentemente  utilizado en literatura para expresar una idea de manera más eficiente, o bien, de forma más  atractiva. A través de la aplicación de estrategias lingüísticas no convencionales, la antonomasia hace uso de las palabras para crear un lenguaje expresivo que permita una rápida y efectiva transferencia de la información que se desea comunicar. 

La antonomasia es una especie híbrida de metáfora y metonimia. Por un lado, actúa como metáfora, porque proyecta correspondencias tanto ontológicas (analogías entre dominios  cognitivos) como epistémicas (flujo de conocimiento derivado de la correlación ontológica entre  dominios). Por otro lado, cumple el rol de metonimia, dado que para cada entidad X implícita encuentra una entidad Y explícita. De esta manera, un epíteto o frase sustituye a un nombre propio,  fundándose en determinadas relaciones de causalidad, procedencia o sucesión existentes entre  ambos términos.

Un requisito fundamental para que la antonomasia cobre sentido es que el receptor del mensaje  tenga cierto conocimiento sobre el tema que se va a tratar, a modo de que quede clara la relación  existente entre la figura retórica y el nombre propio sobre el que está brindando información. Algunos ejemplos de antonomasia pueden ser: “Black Mamba”, expresión utilizada para referirse a la figura de básquetbol Kobe Bryant (1978-2020); “Generación Dorada”, para hacer referencia al  equipo de básquet argentino que obtuvo la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004;  o bien “La Capital del Básquet”, término que invoca a la ciudad de Bahía Blanca, hogar de grandes  leyendas del básquetbol argentino. Para cualquier persona ajena al mundo del básquet, estos ejemplos de antonomasia quedan completamente fuera de contexto, dado que carecen de significado  retórico. 

Por otro lado, la antonomasia también se ocupa de encontrar nombres arquetípicos para expresar  y comunicar ideas genéricas abstractas y complejas. Se trata de una estrategia cognitiva universal que busca tipificar lo atípico, es decir, dotar de tipicidad a aquello que carece de ella a través de  procedimientos analógicos (metáfora) y referenciales (metonimia) (Lamarti, 2014). Además, esto  permite incrementar el grado de receptividad del mensaje, ya que el protagonista del discurso conceptualiza, sustenta y respalda la información que transmite invocando a un estereotipo o  referente indiscutido en el tema. 

¿Cómo se aplica la antonomasia a los ambientes deportivos?

En centros deportivos de alto rendimiento con la mira puesta al desarrollo y crecimiento  exponencial de los atletas, el ambiente necesariamente debe estar configurado para la meta aprendizaje y el intercambio constante de talento. De esta manera, los atletas locales tienen la  posibilidad de interactuar con personajes prototípicos considerados ejemplares en la cultura del deporte, quienes son invitados a participar en campus, eventos y reuniones deportivas que se  desarrollan en el centro de entrenamiento. De esta manera, el ambiente se convierte en un polo del deporte que atrae, entre otros, a atletas y entrenadores élite de diferentes disciplinas, así como también ex deportistas profesionales. Los personajes arquetípicos son convocados para compartir su talento, conocimiento y experiencia en charlas, talleres de entrenamiento y simulacros  de juego. Estos eventos deportivos de intercambio de talento tienen el potencial de establecer cambios transitorios en determinadas conductas que ocurren en el ambiente, dado que las acciones impulsadas por los personajes arquetípicos son satisfactoriamente incorporadas por el capital humano que coexiste en el ambiente. 

Sin embargo, los personajes ejemplares están de paso en el ambiente, son temporales, y una vez  concluido el evento, regresan a sus nichos. Su partida ocasiona un déficit o desbalance, dado que el conocimiento compartido no es absorbido y anclado en el ambiente, sino que generalmente tiende a diluirse con la partida de cada modelo prototípico. Ahí surge el llamado a la antonomasia como  estrategia de anclaje de talento. El uso de la antonomasia arroja sobre el tablero de la comunicación una expresión que ejemplifica y resume la información que se intenta comunicar, generalmente a través de un nombre propio. En concreto, la antonomasia informa acerca de los personajes  relevantes para una determinada cultura, y de los valores y cualidades que esos personajes arquetípicos representan en esa cultura (Lamarti, 2014). Es por ello que hacer uso de la antonomasia  permite configurar el ambiente para lo que se desea comunicar. 

A través de la antonomasia, simples experiencias vividas susceptibles de desvanecerse con el paso del tiempo se convierten en lecciones y aprendizajes atemporales que se instalan en el ambiente y pasan a formar parte de los valores y la filosofía de la organización. Esto contribuye a la capitalización  y enriquecimiento del ambiente con cada visita de personajes arquetípicos reconocidos y destacados  en la cultura del deporte. El ambiente es dinámico, está predispuesto al cambio, ya que considera al cambio como oportunidad de crecimiento y mejora. Con vista hacia el progreso, abre sus puertas y expande sus fronteras en búsqueda del conocimiento, saliendo de su zona de confort para nutrirse y crecer en cada experiencia vivida. El estado de equilibrio es desconocido, prácticamente no existe,  dado que el ambiente está comprometido a la exploración constante para alcanzar su mejor versión.

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¿Qué son los símbolos?

En la historia de la filosofía, los símbolos fueron históricamente utilizados para describir y representar el mundo trascendental secreto. Sócrates tomó la iniciativa de comprender la “verdad  del ser” a través del análisis de simples imágenes. Por su parte, Kant señala que los símbolos ayudan  a interpretar el mundo a nuestro alrededor desde una perspectiva espiritual. 

¿Cuál es la diferencia entre signos y símbolos?

La sociedad actual se encuentra inmersa en un mundo de símbolos. Los signos y los símbolos  están omnipresentes en la vida cotidiana, y las personas hacen uso de ellos de manera inconsciente. Sin embargo, estos dos términos no tienen el mismo significado. Por un lado, los signos son abreviaciones, representaciones o expresiones gráficas que han adquirido un significado reconocido, ya sea naturalmente a través del uso común, o bien intencionalmente a partir de algún propósito específico. Signo proviene del latín signum (signo, señal, marca, signo celeste,constelación, astro) y del indoeuropeo sekw-no (señal que uno ha de seguir). Los signos no hacen más que denotar los objetos a los cuales están anexos, y carecen de cualquier otro tipo de significado. A modo de ejemplo, el grupo de letras B, R, A, L, O, de esa manera, sin orden alguno, carecen de contexto, por lo cual  están exentas de significado. 

Por otro lado, un símbolo puede ser un término, un nombre, un objeto, una persona, un animal o bien una figura que resulta familiar en la vida cotidiana de las personas y, además de su significado  convencional, obvio e inmediato, contiene cierta connotación específica que se refiere a contenido  difuso, desconocido o bien oculto (Jung et al., 1964). Este aspecto “inconsciente” de los símbolos es  el que permite elevar la mente a la exploración simbólica, a ideas que se encuentran más allá del  límite de comprensión de la mente humana. 

Símbolo es una palabra compuesta por dos raíces griegas: sym, unir y bollein, representar. El  símbolo sirve para reconocerse, es decir, a identificar algo como ya se lo conoce (re-conocer). Si  tomamos las letras expresadas anteriormente (B, R, A, L, O), las ordenamos y asociamos entre sí, formamos la palabra ÁRBOL, transformando simples signos en un símbolo. Entonces, el símbolo no es más que una asociación de signos que condensa muchas cosas en simultáneo. Los símbolos hacen uso de los signos para ofrecer una comprensión de la realidad, y tienen la facultad de recibir diferente significado en función del contexto en que se inscriban. Es por ello que generalmente los símbolos dan lugar a la controversia y especulación, dado que su significado es sensible a cambiar según el contexto y las circunstancias, y su implicancia muchas veces permanece oculta. 

Así como un símbolo es un conjunto de signos, el conjunto de significados simbólicos recibe el nombre de mito, el cual no es más que el hilo conductor de los símbolos que se desea transmitir en  un mensaje específico. Una de las características distintivas de los mitos es que son concebidos por la mente humana sin considerar el tiempo y el espacio. Para invocar al presente a un determinado  mito, los seres humanos hemos ideado y creado una herramienta de representación, un recurso casi teatral que hace uso de la acción para transmitir el mensaje, y tiene a su disposición infinitos símbolos polivalentes. Esta herramienta de representación del mito a través de la acción es lo que conocemos como ritos o rituales, los cuales serán tratados a continuación. 

A través de una armoniosa combinación de símbolos y rituales, los principios y valores que  definen a la cultura de un determinado ambiente se refuerzan, ya que las personas toman conciencia, controlan su mente y dominan sus acciones, respetando los códigos éticos que rigen en el entorno,  protegiendo su “hogar”. De esta manera, a través de la implementación de un lenguaje común reforzado por símbolos y rituales, aumentan los vínculos interpersonales, dado que las personas  encuentran afinidades y suficientes significantes para comunicarse y relacionarse unos con otros, enriqueciéndose en cada comunicación al mismo tiempo que enriquecen al ambiente. Esta retroalimentación constante estimula la progresiva unión y cohesión de las personas, formando una  comunidad. 

¿Cómo percibimos lo simbólico? 

Los seres humanos no solo perciben a través de sus órganos sensitivos, aprenden a través de su conciencia, evalúan desde la perspectiva cognitiva y sondean los vínculos, objetos y fenómenos relacionados en el mundo real, sino que también actualizan la información existente, la procesan, la  resumen, también la evalúan, la filtran y luego la aplican, creando así un espacio de símbolos del  lenguaje (Zhirenov et al., 2016). 

Tal como expresa Byung-Chul Han (2020), la percepción simbólica divisa lo duradero, le otorga  una permanencia al mundo, liberándolo de su contingencia. Sin embargo, la información que manejamos en el mundo actual carece de significado simbólico, y, en consecuencia, no es reconocida por la sociedad. El vacío simbólico hace que se pierdan aquellas imágenes y metáforas fundadoras  de la comunidad, que dan sentido a la vida (Han, 2020). En consecuencia, la experiencia de la duración se ve aplacada, y aumenta radicalmente la contingencia. 

¿Cuál es el rol de los símbolos en los ambientes deportivos de alto rendimiento?

 Al crecer y desarrollarse en un ambiente deportivo de alto rendimiento, el atleta accede a un código cifrado, a una red de significados, significantes y analogías propias de ese ambiente y esa comunidad. En otras palabras, el deportista accede al discurso del simbolismo deportivo. El objetivo  de los símbolos es introducir a los jóvenes atletas al contexto cultural del deporte de alto rendimiento, y guiarlos en el camino hacia el descubrimiento de su mejor versión. 

La incorporación y transmisión de estos códigos ocurre cotidianamente de forma natural, y se  relaciona al profundo deseo de querer pertenecer al ambiente, el sentimiento de querer ser parte. Así van emergiendo las diferentes identidades individuales y aquellas que definen al grupo. A través de la percepción de los símbolos que caracterizan al ambiente, las personas toman conciencia y logran  guiar sus acciones de manera controlada, respetando inconscientemente los valores y códigos éticos que rigen en el ambiente.  

A continuación, se presentan algunos ejemplos de símbolos de alta implicancia para cualquier centro deportivo de alto rendimiento, cuya correcta implementación contribuye significativamente a que las personas entiendan el sentido y la razón de ser desus propias acciones y de aquellas propias de cada una de las personas que coexisten en el ambiente, logrando que la cultura del lugar llegue al  corazón de las personas y las una formando una única pieza, una comunidad. 

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El “modo reboteador” como símbolo en el baloncesto

En el caso del basquetbol, la parte más dura del juego es rebotear. Los rebotes carecen de protagonismo, y solo se aprecian cuantitativamente al final del partido en las métricas y las estadísticas. Sin embargo, si no existiera esa persona audaz que busca el balón y toma el rebote, no existiría el ataque, y por ende no existiría lo más lindo del básquet, que es encestar y anotar puntos.  En base a esto, hablar de rebotear pasa a tener un importante significado simbólico en el mundo del  baloncesto. Cuando un atleta se encuentra practicando su tiro, necesariamente requiere de un reboteador y un pasador, no importa cuando ni quien. En ausencia de un roboteador, el atleta no puede perfeccionar su tiro y mejorar su efectividad, dado que debe buscar su propio rebote, lo cual consume mucho tiempo y lo aleja demasiado de las condiciones reales de juego. La persona que asuma el rol de reboteador, ya sea atleta, guía, staff, o bien un aficionado, debe comprometerse  absolutamente a cumplir su función, que no es más que llevar el balón desde el aro hasta las manos del tirador. Una y otra vez, hasta acabar la sesión de tiros. El arte de rebotear permite tomar conciencia de la importancia de cumplir cotidianamente con ciertas acciones simples que resultan trascendentales para el bien del equipo.  

Baños no binarios como símbolo de igualdad de género en centros de alto rendimiento

Destinados a simbolizar la igualdad de género y contribuir a crear un ambiente inclusivo regido por la igualdad y la diversidad social y/o cultural, donde todas las personas tienen los mismos derechos y acceden a las mismas facilidades. El ambiente busca unir a las personas y formar una comunidad. No importa su orientación sexual, su edad, color, religión o nacionalidad, sino que lo que lo más relevante es que las personas estén dotadas de los mismos principios y valores que definen al ambiente, como son el respeto, la honestidad, la transparencia, el optimismo, la confianza, la  solidaridad y el compañerismo. 

¿Qué importancia simbólica tiene una huerta en el ambiente deportivo?

Además de su funcionalidad y su significado obvio, la huerta permite al atleta tomar dimensión real de la importancia del tiempo y la gradualidad de los procesos en la naturaleza. La perseverancia  de regar todos los días la tierra confiando plenamente que en algún momento las semillas evolucionarán a las plantas que proveerán los nutrientes para las comidas, y la paciencia de esperar a que la planta desarrolle las raíces que le darán estabilidad y le permitirán soportar el peso al crecer, no hacen más que representar simbólicamente la importancia de confiar en el proceso. El proceso de crecimiento de una planta, como el de un atleta, es lento, repetitivo y continuo, y requiere sostener en el tiempo determinadas conductas.

Los símbolos permiten crear un contexto cultural en el ambiente para guiar a las personas, en este caso atletas, en el camino hacia el descubrimiento de su mejor versión. En este caso, a través de la analogía con el crecimiento de una planta, el atleta comprende que cualquier proceso que ocurre en la naturaleza requiere de tiempo, y asimismo que el crecimiento es gradual y requiere la repetición sistemática de determinadas acciones y conductas.
Los símbolos permiten crear un contexto cultural en el ambiente para guiar a las personas, en este caso atletas, en el camino hacia el descubrimiento de su mejor versión. En este caso, a través de la analogía con el crecimiento de una planta, el atleta comprende que cualquier proceso que ocurre en la naturaleza requiere de tiempo, y asimismo que el crecimiento es gradual y requiere la repetición sistemática de determinadas acciones y conductas.

¿Cómo la lavandería puede ser un símbolo de autogestión en un centro deportivo?

Además de su funcionalidad convencional, la lavandería busca simbolizar la importancia de implementar la autogestión en el ambiente. En un centro deportivo de alto rendimiento, la  lavandería funciona como un espacio de uso común donde los atletas adquieren la responsabilidad  de lavar su ropa y la disciplina de respetar el orden propio del lugar. La lavandería contribuye al  proceso de maduración de los jóvenes atletas, dado que los ayuda a ganar confianza para tomar  responsabilidades y evolucionar hacia personas autosuficientes capaces de guiar sus acciones de  manera autónoma para lograr satisfacer sus necesidades elementales.  

La autogestión también es simbolizada en la cocina, donde las personas actúan con libertad y son  responsables de sus acciones, en este caso, preparar su propia comida o bien lavar la vajilla que han utilizado para comer y/o cocinar. Si bien comienza inculcándose en tareas básicas rutinarias como es lavar la ropa, hacerse la cama a la mañana, o bien cocinar y lavar un plato de comida, una vez  instalada en el ambiente, la autogestión emerge espontáneamente en las personas, las cuales comienzan a guiar sus acciones de manera autónoma para cumplir con cada misión. A través de la autogestión, las personas, y particularmente los jóvenes atletas, toman conciencia y comienzan a escuchar a su cuerpo y su mente, ya que buscan ganar experiencia para guiar de la mejor manera  posible sus acciones. El autoconocimiento y la autogestión hacen que los atletas sepan perfectamente  cuándo deben hidratarse, cuando necesitan dormir o comer, cuando deben entrenar en el gimnasio  o bien trabajar para mejorar su tiro o sus drills. Esto conduce a que cada atleta incorpore hábitos de  alto rendimiento saludables que lo ayudarán a potenciar su rendimiento deportivo y encontrar su  mejor versión.

Llegaste al fin de este artículo, esperamos que te haya gustado. Podés encontrar en nuestro blog de Exponential Academy, más artículos como estos.

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